Uno de los ámbitos para el encuentro personal con Jesús es la Palabra, que está contenida en la Biblia, aunque va más allá de esta colección de escritos. La traducción argentina de la Sagrada Escritura lleva como título: “El Libro del Pueblo de Dios”. Me parece que resume de manera genial al contenido. Aunque yo me atrevería agregarle un término que lo completa: el Libro de la experiencia del Pueblo de Dios. Esto porque no son relatos inventados por algunos genios desparramados a lo largo de 800 años de historia. Por el contrario, ellos narran la experiencia, personal y comunitaria, del Dios vivo que sale al encuentro del ser humano. El comienzo de la Carta a los Hebreos es un buen resumen: “Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quién constituyó heredero de todas las cosas y por quién hizo el mundo”. (Hb 1,1-2)

En Jesús está el centro de la Revelación, porque “al principio existía la Palabra (Logos), y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Jn 1,1) “y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). Juan se encontró con Dios en Jesús, por eso puede escribir: “lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos. Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida Eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado. Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1,1-3).

Juan nos pone por escrito su experiencia de encuentro sabiendo que esta supera su relato: “Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre” (Jn 20,30-31).

La pregunta que sigue es ¿cómo un escrito de la experiencia espiritual de otro me puede ayudar a mí a tener una experiencia espiritual? ¿es posible esto? En la próxima entrega hablaremos de esto. Mientras tanto los invito a que saboreen estos textos: Jer 36,1-32 y Hch 8,26-38

(La serie completa es: ¿Dónde está?; La vivencia; Discípulo; Ámbitos; Ardía el corazón; La lectio divina; Actitudes hacia la Palabra.)

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