Aceptar la muerte del ser querido es un desafío. Pero perdonarse a sí mismo por lo que (subjetivamente) se considera una culpa en el hecho… es un desafío todavía mayor. Siempre nos quedan resabios amargos por lo que podría haber hecho… por lo que no hice… por lo que ahora me doy cuenta de que era una posibilidad durante el acontecimiento funesto... por...

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Sin lugar a dudas, la muerte nos desestabiliza. Somos seres con vida y con un corazón que anhela la vida plena, total, definitiva, permanente. La muerte nos hace recordar lo corto de la existencia, nuestras limitaciones… en definitiva, nuestra pequeñez frágil e inconsistente.

Por eso reaccionamos frente a los acontecimientos funestos con rechazo, huida o culpa. Es una manera de hacernos cargo, tratar de poner nuestro “poder” sobre aquello que se muestra más "poderoso" que nosotros.

El duelo es ese tiempo en que aceptamos la muerte del ser querido y la incorporamos al aconteder cotidiano de nuestra existencia. Un tiempo doloroso y purificador, necesario.

Un video interesante

Este video lo hicieron Andrew Coats y Lou Hamou-Lhadj. Ellos trabajan en ”Pixar Animation Studio”, una empresa que hizo (entre otras) Toy Story o Buscando a Nemo. En su tiempo libre, usando las herramientas de animación de la empresa, editaron este corto para adultos.

Comenzaron trabajando sobre una historia sobre el perdón. Pero luego la cambiaron porque querían que el personaje encontrara una manera de seguir adelante. Así “Borrowed Time” termina tratando sobre el auto-perdón. Los invito a que la vean.

 

La muerte ha sido vencida

Al final de la película, el personaje se puede auto-perdonar porque re-descubre el amor de su padre y re-memora todo lo que intentó hacer para ayudarlo. Los negros nubarrones dan espacio al sol sobre el horizonte. Un sol que marca un nuevo destino.

Esto es muy importante desde lo puramente natural, humano. Pero nosotros, personas de fe, somos también invitados a dar otro paso mucho más grande en nuestro horizonte. Los creyentes no solamente miramos al pasado de nuestros recuerdos. Tenemos la mirada en un futuro posible y real: la muerte ha sido vencida por la resurrección del Dios de la vida. Desde ahí elaboramos nuestro duelo.

Nosotros tenemos esperanza cierta de que la nostalgia de lo infinito que reside en nuestro corazón no será defraudada. Por eso, para el cristiano, elaborar el duelo es un paso de sanación en la relación con el difunto, pero dado desde un paso de la aceptación más profunda de las propias verdades de la fe.

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